Cada estación aporta a este paraje
un cariz peculiar:
> En verano, las cigarras rechinan bajo la luz
y el calor intensos.
> En invierno, el fondo del circo se oculta en un ambiente silencioso, atemperado
por los bancos de niebla.
- El mirador de la Baume Auriol ofrece unas vistas extraordinarias. Aquí se puede hacer un alto para comer y degustar los productos típicos. Para conocer mejor el lugar y sus riquezas, no se pierda el punto de información y las exposiciones.
- En la meseta, los dólmenes, menhires y cromlechs atestiguan los ritos y creencias de los hombres que poblaban esta región en el Neolítico.
Río arriba, no se pierda tampoco el Moulin de la Foux, la reaparición del río Vis, que resurge de la tierra de manera espectacular, tras haber abandonado una parte de su lecho durante
varios kilómetros.