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Los sabores del invierno

En invierno no hay nada más reconfortante que disfrutar de los sabores
y los numerosos productos típicos de Languedoc.

El invierno es la época de los productos refinados, de una calidad irreprochable, que seducen a los gourmets y combinan bien con los grandes vinos de Languedoc en cualquier ocasión.

Las ostras de Bouzigues

Bouzigues oysters- © Photothèque Hérault Tourisme - Mathilde Bavoillot

Las ostras de Languedoc son las reinas de la gastronomía local en la temporada de invierno. Bouzigues, Mèze y Marseillan, en la ribera de la laguna de Thau, son tres pueblos de renombre internacional por su producción de moluscos de arena. Las sabrosas ostras de Bouzigues hacen las delicias de todos los amantes del marisco.
Se crían en bateas o cetarias desde principios del siglo XX. Podrá conocer de primera mano esta historia durante las visitas de degustación comentadas por los “Agricultores del mar” o en el
Museo de la Laguna de Thau.
Los sabores de las ostras de Bouzigues combinan a las mil maravillas con un vino blanco seco como el Picpoul de Pinet, que se produce en los cerros de las inmediaciones.

La aceituna

Olives, Vallée de la Buèges - © Photothèque Hérault Tourisme - Eric Brendle

Al igual que la viña, el cultivo oleícola forma parte del patrimonio de Languedoc y de su riqueza. La recogida de la aceituna, que se hace entre el otoño y el invierno, requiere mucha atención para no dañar el fruto, sobre todo si está destinado a la confitería. Por ello se siguen empleando los métodos tradicionales.
Hérault produce múltiples variedades de aceituna: Lucques, Verdale, Picholine, Amellau,
Clermontaise, Rougette, Olivière, etc.

La aceituna acompaña numerosos platos de la cocina mediterránea. También da origen a otros productos más específicos, como la olivada negra y verde o los aceites que fascinan a los expertos. Por ejemplo, la incomparable Violette, con sabor de alcachofa, se encuentra en el Domaine de l'Oulivie.

Lo Moulinet de Puisserguier propone otra especialidad: la moulinade. Semejante a la olivada, pero sin alcaparra y con el toque peculiar de otros productos de nuestra tierra (castañas de Olargues, aguardiente de St-Jean de Minervois, tomates sazonados con especias de la zona, etc.).

La Huilerie confiserie coopérative de Clermont l'Hérault, por ejemplo, organiza cada año en diciembre
“el mercado del aceite de Navidad”.

El nabo de Pardailhan

Pardailhan Turnips - © Photothèque Hérault Tourisme

Este tubérculo, cultivado en la meseta de Pardailhan, de unos 500 m de altitud, al oeste del Hérault, tuvo su apogeo en el período de entreguerras. En el siglo XXI ha resurgido como producto emblemático
de una agricultura de calidad.
Se cosecha durante el invierno y nos permite disfrutar de una hortaliza de textura tierna y fundente, que aúna un sabor dulce, ligeramente azucarado, con notas de avellana y almendra, pero sin ningún amargor.
Todo esto le confiere cualidades excelentes para acompañar ciertos platos, principalmente las carnes.

La trufa: el diamante negro

Truffles of Languedoc - © Photothèque Hérault Tourisme - Martine Le Guen

En Hérault, la trufa alcanza su apogeo desde mediados de noviembre hasta mediados de marzo: todo un deleite gustativo y visual. Déjese seducir por el encanto y la autenticidad de los mercados
y fiestas de la trufa y descubra este producto tan codiciado.
Oro negro, perla negra, diamante negro o seta del diablo son algunos de los nombres con que se conoce la trufa, un producto excepcional que cautiva a los gastrónomos.
Si acude al mercado de Saint-Jean de Buèges, tendrá la oportunidad de envolverse en el misterio y el aroma de la trufa: un olor embriagador que impregna la brouillade, la tortilla de trufa tan venerada
por los apasionados del diamante negro.
A principios de año se celebran numerosas jornadas de la trufa, en todo el territorio de Languedoc.

El Noilly Prat

Noilly Prat - © Photothèque Hérault Tourisme

El vermú Noilly-Prat conserva celosamente desde 1813 el mismo método de elaboración creado en los orígenes por Joseph Noilly en Marseillan. Es largo y original, único en el mundo. Los llamados “blancs de blancs” envejecen durante varios meses en bodega y durante un año al aire libre. Este envejecimiento, seguido del ensamblaje y la lenta maceración con hierbas de los cinco continentes, aporta un sabor intenso y un buqué delicado a este aperitivo selecto, el secreto de los grandes cocineros de todo el mundo.
En la bodega de Noilly Prat puede descubrir una herboristería y una cámara de los secretos, entre otras sorpresas. Con un poco de suerte, tal vez consiga una visita guiada por el propio bodeguero.

Los moscateles: nuestros vinos dulces naturales

Muscats on a Languedoc beach's - © Ville de Frontignan

Cuatro de los seis moscateles franceses que cuentan con la denominación de origen “vino dulce natural” se producen en Languedoc.
Deguste esta exquisitez como aperitivo, con foie-gras o en los postres.

- El Muscat de Frontignan:
Un manto dorado, luminoso, con sabor de fruta madura y un poderoso aroma. Su célebre botella en relieve es otra parte de la leyenda.

- El Muscat de Mireval:
Este moscatel de color claro y cristalino, como su vecino de Frontignan, se produce en el macizo de Gardiole, entre la laguna y el mar. Es redondo en boca, con aromas de miel y flores.

- El Muscat de Lunel:
La denominación de origen abarca cuatro municipios. El moscatel de Lunel es un vino fino y meloso, muy afrutado, de color claro.

- El Muscat de Saint-Jean-de-Minervois:
Es un vino redondo en boca y muy aromático, de color amarillo pálido. El aroma es intenso, con notas de miel, membrillo y albaricoque. 

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