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Mar y playas en Languedoc

A orillas del Mediterráneo, los placeres marinos son dobles. En el agua, disfrute de los deportes náuticos y los placeres del baño. En la arena, viva gratos momentos en familia o en pareja.

¡Cien kilómetros de litoral! La costa del sur de Francia se cuenta entre las mejor conservadas del Mediterráneo. Bajo el sol, entre el mar y las lagunas, venga a conocer los flamencos y contemple
los saltos de los kitesurfistas o windsurfistas.

Plage - Hérault, le Languedoc © Photothèque Hérault Tourisme - S. Durand-Keller

 

Esta medialuna de tierra y mar, bañada por el sol, rezuma un apacible aire marino. Los tonos ocres y dorados de la arena se sumergen bajo los reflejos plateados del sol sobre las olas.

De este a oeste le aguardan casi 100 km de litoral, en gran parte protegidos. Este cordón litoral se extiende entre las lagunas y el Mediterráneo, lo que aporta un encanto pintoresco y salvaje a la costa languedociana. Las playas de arena en suave pendiente serán su campo de juego.

Dos montes que se elevan sobre los arenales de la costa nos permiten contemplar el mar desde cierta altitud: los montes Saint-Clair de Sète y Saint-Loup de Agde. Constituyen dos puntos de referencia fundamentales del litoral. Los abruptos vestigios de los antiguos volcanes en el Cap d’Agde dan origen a una cala bordeada de acantilados de basalto. En Sète, los acantilados de la Corniche dominan el Mediterráneo y ofrecen paseos con vistas extraordinarias.

Al contemplar más en detalle el litoral, por el oeste, la comarca de Béziers se abre hacia las llanuras vitícolas surcadas por
el Canal du Midi en un territorio que destaca por sus obras
de arte, como sucede en Vias, por ejemplo.

Hacia el este, a partir de Montpellier y La Grande-Motte, se adentrará progresivamente en los confines de Camargue.
En el centro, alrededor de Sète, una pequeña albufera separa el mar de la laguna de Thau, un auténtico mar interior. 

A orillas de este litoral, las lagunas son los refugios protegidos de los flamencos y otras aves zancudas. Los juncos ondean suavemente con la brisa marina. Los pescadores, los mariscadores de moluscos bivalvos y los aficionados a los deportes náuticos conviven en perfecta armonía, desde el respeto a una naturaleza benévola.